Antecedentes de la fundación de la Universidad: Salamanca y Alcalá.
Desde los primeros años que siguieron a la Conquista se notó que tanto los criollos como los mestizos y los indios tenían notables disposiciones para ilustrarse y adquirir conocimientos aun de materias superiores. Debido a esto, el Ayuntamiento de la ciudad de México, los prelados de las órdenes religiosas y, sobre todo, las reiteradas peticiones del primer virrey de Nueva España, don Antonio de Mendoza, que tanto se esforzó por la ilustración y el engrandecimiento de la colonia encomendada a su cuidado, consiguieron que el emperador Semper Augusto, Carlos V expidiera la cédula de fundación de la Universidad, que fue sin duda alguna la más importante del continente americano.
El término universidad se empleó tardíamente en la Edad Media, toda vez, que a ésta institución primeramente se la denominó studium generale , lugar en donde se reunían los estudiantes de distintos países y además representaba una institución de enseñanza superior para la teología, el derecho, las medicinas y las artes.
Naturalmente, los primeros maestros de las universidades medievales egresaron de los collegia scholastica; fueron sacerdotes y monjes, que necesitaron de la licencia docendi, expedida por el maestro-escuela de la catedral, para poder enseñar.
Y así tenemos que las universidades de Bolonia, París y Oxford- fueron las más importantes de la Edad Media- fundadas alrededor de los siglos XII y XIII, además se constituyeron en el prototipo para la creación y ulterior desenvolvimiento del resto de las universidades europeas.
Por último, cabe destacar, que la Universidad de Salamanca si bien es cierto que no es la más antigua, si es la más importante de la Península Ibérica, la cual se fundó en 1218 por Alfonso IX de León; además, esta Universidad sirvió de modelo para la universidad mexicana.
Las universidades estaban organizadas académicamente con base en facultades. La palabra “facultad” en su sentido de cuerpo de profesores y estudiantes consagrados a la enseñanza de una rama de los conocimientos humanos.
Cuatro facultades comprendía la universidad plenamente integrada: teología, derecho, medicina y artes. Un jefe común, elegido periódicamente, llevaba el título de rector.
En España, la primera universidad fue la de Palencia, fundada en 1212. A don Alfonso VIII, rey de Castilla, sabiamente aconsejado por el obispo Tello Téllez de Meneses le cabe tamaña honra. Después se erigieron las universidades de Salamanca, Alcalá, Valencia y Sevilla.
De todas ellas, la de Salamanca, fundada también en el siglo XIII, llegó a ser la más importante. Fue llamada la Atenas de España, y con el tiempo llegó a tener 86 catedráticos y 7,000 estudiantes. Su fama fue internacional. La universidad salmantina resolvía cuestiones científicas, políticas y religiosas a pontífices y reyes. Muchos de sus profesores fueron llamados a otras universidades o a tomar asiento en concilios y asambleas de hombres doctos.
El siglo XVI es el periodo áureo en la historia de la Universidad de
Salamanca, que se convierte en el cerebro de la nación, en un centro de irradiación, faro luminoso y Alma Mater de la cultura hispánica. La universidad esparce su luz, es consultada por papas y reyes.
La fundación de los colegios universitarios en Salamanca, tanto religiosos como seculares, tiene también en este siglo su etapa más fecunda y floreciente, en la que se consolidan los anteriores y se fundan numerosos.
Con la colaboración e impulso de la Universidad de Salamanca se van realizando también las mejores empresas de España, entre otras: Antonio de Nebrija, célebre maestro, elabora la primera gramática de nuestra lengua, en 1492. El descubrimiento de América encuentra protección y orientación en –salamanca, y el nuevo continente los mejores defensores del indio, de sus derechos e intereses. El Renacimiento logra un perfil hispánico definido y la imprenta alcanza una gran difusión. Con su famosa escuela de teólogos españoles es el principal baluarte de la restauración escolástica. A su calor y en contacto con los nuevos problemas planteados por la obra evangelizadora de América, el derecho internacional se perfila y estructura. En Trento es fecunda y memorable su presencia.
Salamanca fue la Universidad más dignamente representada en este concilio clave, signo de su impulso trascendental y de su cultura cristiana en esta etapa de la modernidad. Fue también el siglo de la plenitud de su proyección en Hispanoamérica, que conoció las facetas más destacadas de este fenómeno de proyección académica, singular en la historia, y que produjo una asombrosa floración de universidades hijas en ultramar, fundadas a su imagen, lo que viene a ser como la gran “epopeya”, que la Universidad graba en su escudo, en la cumbre de su plenitud académica, es gráfica expresión de la realidad.
Aunque ya desde 1293, Alcalá contaba con un Estudio General aprobado por el Rey Sancho IV, la Universidad de Alcalá fue fundada por el Regente de España, el Cardenal Cisneros, en 1499 como proyecto educativo absolutamente novedoso. En él se conciliaban los mejores modelos de la tradición de entonces-París y Salamanca_ con aquellos otros más innovadores como Bolonia y Lovaina. El Cardenal Cisneros quiso que esta Universidad, que nacía con la edad Moderna como avanzada en España de las corrientes renacentistas y humanistas de Europa, fuera el crisol donde se educara no sólo el clero regular y secular dispuesto a afrontar la reforma eclesiástica, sino también los nuevos funcionarios competentes que necesitaban los reinos de España. El éxito de aquella empresa hizo que Alcalá se convirtiera en la sede de una aristocracia universitaria que hizo posible nuestro Siglo de Oro.
Durante los siglos XVI y XVII, la Universidad de Alcalá se convirtió en el gran centro de excelencia académica: en sus aulas enseñaron y estudiaron grandes maestros como Nebrija, Tomás de Villanueva, Ginés de Sepúlveda, Ignacio de Loyola, Domingo de Soto, Ambrosio de Morales, Arias Montano, Juan de Mariana, Francisco Vallés de Covarrubias, Juan de la Cruz, Lope de Vega, Quevedo, etc. El prestigio de sus estudios así como de sus maestros la convirtió muy pronto en el modelo sobre el que se constituyeron las nuevas Universidades en América.
Desde los primeros años que siguieron a la Conquista se notó que tanto los criollos como los mestizos y los indios tenían notables disposiciones para ilustrarse y adquirir conocimientos aun de materias superiores. Debido a esto, el Ayuntamiento de la ciudad de México, los prelados de las órdenes religiosas y, sobre todo, las reiteradas peticiones del primer virrey de Nueva España, don Antonio de Mendoza, que tanto se esforzó por la ilustración y el engrandecimiento de la colonia encomendada a su cuidado, consiguieron que el emperador Semper Augusto, Carlos V expidiera la cédula de fundación de la Universidad, que fue sin duda alguna la más importante del continente americano.
El término universidad se empleó tardíamente en la Edad Media, toda vez, que a ésta institución primeramente se la denominó studium generale , lugar en donde se reunían los estudiantes de distintos países y además representaba una institución de enseñanza superior para la teología, el derecho, las medicinas y las artes.
Naturalmente, los primeros maestros de las universidades medievales egresaron de los collegia scholastica; fueron sacerdotes y monjes, que necesitaron de la licencia docendi, expedida por el maestro-escuela de la catedral, para poder enseñar.
Y así tenemos que las universidades de Bolonia, París y Oxford- fueron las más importantes de la Edad Media- fundadas alrededor de los siglos XII y XIII, además se constituyeron en el prototipo para la creación y ulterior desenvolvimiento del resto de las universidades europeas.
Por último, cabe destacar, que la Universidad de Salamanca si bien es cierto que no es la más antigua, si es la más importante de la Península Ibérica, la cual se fundó en 1218 por Alfonso IX de León; además, esta Universidad sirvió de modelo para la universidad mexicana.
Las universidades estaban organizadas académicamente con base en facultades. La palabra “facultad” en su sentido de cuerpo de profesores y estudiantes consagrados a la enseñanza de una rama de los conocimientos humanos.
Cuatro facultades comprendía la universidad plenamente integrada: teología, derecho, medicina y artes. Un jefe común, elegido periódicamente, llevaba el título de rector.
En España, la primera universidad fue la de Palencia, fundada en 1212. A don Alfonso VIII, rey de Castilla, sabiamente aconsejado por el obispo Tello Téllez de Meneses le cabe tamaña honra. Después se erigieron las universidades de Salamanca, Alcalá, Valencia y Sevilla.
De todas ellas, la de Salamanca, fundada también en el siglo XIII, llegó a ser la más importante. Fue llamada la Atenas de España, y con el tiempo llegó a tener 86 catedráticos y 7,000 estudiantes. Su fama fue internacional. La universidad salmantina resolvía cuestiones científicas, políticas y religiosas a pontífices y reyes. Muchos de sus profesores fueron llamados a otras universidades o a tomar asiento en concilios y asambleas de hombres doctos.
El siglo XVI es el periodo áureo en la historia de la Universidad de
Salamanca, que se convierte en el cerebro de la nación, en un centro de irradiación, faro luminoso y Alma Mater de la cultura hispánica. La universidad esparce su luz, es consultada por papas y reyes.
La fundación de los colegios universitarios en Salamanca, tanto religiosos como seculares, tiene también en este siglo su etapa más fecunda y floreciente, en la que se consolidan los anteriores y se fundan numerosos.
Con la colaboración e impulso de la Universidad de Salamanca se van realizando también las mejores empresas de España, entre otras: Antonio de Nebrija, célebre maestro, elabora la primera gramática de nuestra lengua, en 1492. El descubrimiento de América encuentra protección y orientación en –salamanca, y el nuevo continente los mejores defensores del indio, de sus derechos e intereses. El Renacimiento logra un perfil hispánico definido y la imprenta alcanza una gran difusión. Con su famosa escuela de teólogos españoles es el principal baluarte de la restauración escolástica. A su calor y en contacto con los nuevos problemas planteados por la obra evangelizadora de América, el derecho internacional se perfila y estructura. En Trento es fecunda y memorable su presencia.
Salamanca fue la Universidad más dignamente representada en este concilio clave, signo de su impulso trascendental y de su cultura cristiana en esta etapa de la modernidad. Fue también el siglo de la plenitud de su proyección en Hispanoamérica, que conoció las facetas más destacadas de este fenómeno de proyección académica, singular en la historia, y que produjo una asombrosa floración de universidades hijas en ultramar, fundadas a su imagen, lo que viene a ser como la gran “epopeya”, que la Universidad graba en su escudo, en la cumbre de su plenitud académica, es gráfica expresión de la realidad.
Aunque ya desde 1293, Alcalá contaba con un Estudio General aprobado por el Rey Sancho IV, la Universidad de Alcalá fue fundada por el Regente de España, el Cardenal Cisneros, en 1499 como proyecto educativo absolutamente novedoso. En él se conciliaban los mejores modelos de la tradición de entonces-París y Salamanca_ con aquellos otros más innovadores como Bolonia y Lovaina. El Cardenal Cisneros quiso que esta Universidad, que nacía con la edad Moderna como avanzada en España de las corrientes renacentistas y humanistas de Europa, fuera el crisol donde se educara no sólo el clero regular y secular dispuesto a afrontar la reforma eclesiástica, sino también los nuevos funcionarios competentes que necesitaban los reinos de España. El éxito de aquella empresa hizo que Alcalá se convirtiera en la sede de una aristocracia universitaria que hizo posible nuestro Siglo de Oro.
Durante los siglos XVI y XVII, la Universidad de Alcalá se convirtió en el gran centro de excelencia académica: en sus aulas enseñaron y estudiaron grandes maestros como Nebrija, Tomás de Villanueva, Ginés de Sepúlveda, Ignacio de Loyola, Domingo de Soto, Ambrosio de Morales, Arias Montano, Juan de Mariana, Francisco Vallés de Covarrubias, Juan de la Cruz, Lope de Vega, Quevedo, etc. El prestigio de sus estudios así como de sus maestros la convirtió muy pronto en el modelo sobre el que se constituyeron las nuevas Universidades en América.
El siglo XVIII, sobre todo en el último tercio, fue especialmente crítico para los estudios universitarios en España, ya que se vieron sometidos a reformas transcendentales en sus métodos de enseñanza. Sin embargo, es en ese período cuando Melchor de Jovellanos llega a la Universidad.
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