Fundación de la Universidad







El establecimiento de centros de educación o, en particular, de una universidad o e estudios generales, como también se le llamaba a estas instituciones, fue un anhelo desde los primeros años posteriores a los hechos armados que llevaron a la conquista de Tenochtitlan.

En este sentido, podemos hablar de Rodrigo de Albornoz, quien escribía al emperador Carlos V una carta con fecha de 15 de diciembre de 1525 en la que solicitaba un colegio para enseñar a "leer, gramática, filosofía y otras artes..."

Poco tiempo después, el franciscano Juan de Zumárraga (1525-1548) obispo de México, se sumó a las voces que pedían un establecimiento educativo. En un memorial dirigido al Consejo de Indias a finales de 1533, solicitaba, entre otras cosas, algunos preceptores de gramática con el fin de emprender la parte educativa en las nuevas tierras conquistadas. La sociedad cristiana que se pretendía trazar sobre una civilización pagana, según lo entendía el obispo, exigía la fundación de instituciones que sirvieran de base para la obra que apenas se emprendía. Con esta idea, el citado obispo volvió a insistir en 1537 sobre el mismo asunto, pero especificando su deseo por una universidad. En efecto, en las instrucciones dadas a los procuradores enviados en su representación al Concilio de Trento, señalaba en el apartado siete:

“que considerado cuan convenible y aun necesaria cosa es la doctrina en estas partes a donde la fe nuevamente se predica y por consiguiente los errores son muy más dañosos, y donde cada día resultan más dudas y dificultades y no hay universidad de letras a donde recurrir y las de esas partes están tan distantes... “

Por tanto, el obispo suplicaba- a S. M, mande en todo caso establecer y fundar en
esta gran ciudad de México una universidad en la que se lean todas las facultades que se suelen leer en las otras universidades y enseñar, y sobre todo, artes y teología, pues de ello hay más necesidad.

Resulta también interesante destacar la labor del Cabildo de la ciudad de México para lograr la fundación de una universidad. Por medio de una serie de capítulos, once para ser precisos, en 1539 se hicieron algunas peticiones al monarca en favor de la ciudad; estas fueron apoyadas y presentadas por el mismo virrey Antonio de Mendoza. En el séptimo capítulo se hacía mención sobre la necesidad de fundar una universidad.

El Cabildo deseaba que la población de la ciudad pudiera gozar de todos los beneficios que la civilización y la cultura proporcionaba en España. Las razones dadas por el virrey, en apoyo a la petición del Cabildo, se resumían en tres: para que los españoles no tuviesen que mandar a sus hijos a España, con gran riesgo de sus vidas tanto en Veracruz como en alta mar; porque en España olvidarían la lengua; y finalmente, porque ya existían la preparación de muchos gramáticos españoles, del Colegio de los Indios y de los novicios en los monasterios, los cuales estaban en peligro de perderse por no haber quien les enseñara

Fundación, ejecución e inicio de las clases

El 21 de septiembre de 1551 Felipe II, en su calidad de regente, concedía, en nombre de Carlos V, la real cédula, firmada en la ciudad de Toro, para la fundación de una universidad como plantel de todas las ciencias, donde "naturales
y los hijos de los españoles fuesen instruidos en las cosas de la santa fe católica y en las demás facultades..." . Cabe señalar, que esta misma real cédula sirvió para la fundación de la Universidad de Lima, aunque en este último caso, el proceso fue más expedito y de menor tiempo. La ejecución de la cédula anterior se realizó hasta el 25 enero 1553, fiesta de la conversión de San Pablo, quien fue asumido como patrono de la institución. Esta fecha quedó grabada en la Universidad de México como la más importante para celebrar, según leemos en los acuerdos del claustro del 19 de agosto de 1572, donde al quedar sancionados los nuevos estatutos, quedó consignado en el primer capítulo lo siguiente:
...Al tiempo de su fundación tomó por patrón abogado al glorioso apóstol San Pablo por lo que ese día se conmemoraría la fiesta suspendiendo las lecciones; y que por ser el Rey fundador se tomaría al virrey por protector.


La costumbre en el mundo occidental era que las universidades llevaran el sello eclesiástico y canónico. Tenían que ser aprobadas por el papa para la validez de los grados, en gran parte eclesiásticos. Sin embargo, según las Leyes de las Siete Partidas de Alfonso el Sabio, en el título XXXI de la Seguna Partida que habla de los "estudios y saberes", establecía que estos centros de estudios podían ser fundados por mandato del Papa o del Emperador. En el caso de la Universidad de México la bula no llegó al mismo tiempo que la real cédula. La fundación fue avalada por la corte española. Se supone por inferencia que dicha bula fue impetrada por el Emperador y ésta fue concedida. Lo anterior, puede constatarse con los siguientes hechos. En el Claustro del 29 de mayo de 1598 se recibieron noticias del procurador de la universidad en España, Juan de Castilla, de las diversas cédulas reales y de "un traslado de la bula de su Santidad". Este informe de Juan de Castilla respondía a una solicitud del claustro de profesores para conocer el paradero de esos documentos.
Resulta curioso que la famosa bula no se conservara o por lo menos no se encontrara en los archivos de la universidad. Pero llama la atención, aún más, el hecho de que ochenta y dos años después, el mismo Consejo de Indias por la cédula real del 26 de septiembre de 1686, haya pedido al claustro de profesores copias de las cédulas y bulas de fundación de la universidad. El punto es que el claustro de la universidad se cuestionó sobre la existencia de la bula pontificia que confirmaba la fundación concedida por la corte española. En este sentido, ante el claustro reunido el 19 de diciembre del mismo año, el rector Manuel Escalante y
Mendoza comunicaba al Consejo de Indias, en respuesta a su solicitud, que se había encontrado un fragmento que a la letra decía:

La Real universidad fundada por bula de 1555; 1595 siete de octubre con los privilegios de Salamanca por cédula de veinte y uno de mayo de mil quinientos y cincuenta y cinco con las gracias y preeminencias de la de Lima...

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